Por: Soraya Carvajal B.
¿Es importante que las empresas y organizaciones evalúen cómo están en materia de justicia, agresión o acoso laboral?
Sí, es positivo por la salud y satisfacción de los trabajadores pero también por el clima laboral y la productividad de la organización, es la respuesta de la psicóloga e investigadora Liliana Díaz Gracia, autora del estudio “La justicia organizacional, el estrés de rol y la agresión laboral: el papel protector de la ideología de rol de género, la competencia emocional y las experiencias de recuperación”, tesis doctoral realizada en la Universidad Autónoma de Madrid.

Este estudio analiza las relaciones entre diferentes formas de agresión laboral (abuso verbal, incivismo, acoso sicológico o sexual, entre otros), situaciones antecedentes y consecuencias individuales y organizacionales, partiendo de una muestra de 460 trabajadores del sector servicios de la Comunidad de Madrid, 60% mujeres y 40% hombres, a quienes se les aplicó un amplio cuestionario de auto-informe.
“Estudiamos diferentes variables porque queríamos ver el papel que juegan las desigualdades, la justicia y el estrés de rol en el ámbito laboral, pues partimos de la premisa de que en un ambiente donde hay estrés de rol (referido al conflicto que se experimenta cuando se percibe un desequilibrio entre las demandas que plantea el desempeño de un rol y la capacidad personal para responder con éxito a esas demandas) y menor justicia organizacional podría haber agresión”, afirmó Díaz Gracia.
Uno los puntos fuertes de la investigación, es que la muestra recogida fue amplia, en lo que a este tipo de investigaciones se refiere, pero tras ello hubo un trabajo dispendioso por el claro rechazo de las empresas a colaborar, “creo que a las empresas les da un poco de miedo abordar este tipo de estudios, porque temen verse retratadas, así que al final se hizo con trabajadores que participaron voluntariamente, empleamos la técnica bola de nieve (boca a boca) y también contamos con la colaboración de una persona de la UGT que ayudó en la recogida de la muestra”.
Resultados

El estudio confirmó que tanto la baja justicia organizacional como el alto estrés de rol están asociados a una situación de gran agresión laboral con consecuencias negativas para el trabajador, porque afectan su salud y nivel de satisfacción. “Se comprobó que a mayor agresión en el trabajo, mayores problemas de salud física, sicológica y social en los trabajadores y mayor agotamiento emocional, expresado en cansancio, negatividad, estar a disgusto o “quemado” en el trabajo”, afirmó la psicóloga.
Pero la agresión laboral también tiene consecuencias negativas para la empresa porque los empleados agredidos están insatisfechos, trabajan a menor ritmo, con menor compromiso, tienen intención de abandono y la agresión incluso da lugar al surgimiento de conductas que van en contra de la organización.
Respecto al papel de la justicia: distributiva, procedimental, interpersonal e informativa en el ámbito laboral, la investigación encontró que la justicia interpersonal, referida al trato jefe-empleado es la que está más asociada a la agresión, por lo que si hay un buen trato jefe-empleado, hay menor probabilidad de agresión del superior hacia sus subalternos y entre los mismos trabajadores.
Pero además de los factores ambientales, la investigación también analizó las variables personales, referidas a las competencias emocionales e ideología de rol, que pueden proteger o hacer más vulnerable a una persona frente a la agresión y que tienen que ver con el género y “se comprobó que las mujeres tienen más competencias emocionales que los hombres, competencias que las pueden proteger o pueden moderar el impacto de situaciones de agresión leve, aunque ante las agresiones graves, las competencias emocionales no son suficientes para mitigar el impacto sobre las trabajadoras”, precisó la investigadora.
El estudio también confirmó que una ideología de rol de género que tiende hacia la igualdad protege más que aquella de tipo tradicional, donde la mujer desempeña un papel sumiso y pasivo. Por eso, para Díaz Gracia es importante que las organizaciones fomenten ideologías de rol de género igualitarias e implementen políticas de igualdad.
Para la autora del estudio también es claro que las personas que no tienen recursos personales ni organizacionales para enfrentar la agresión, que no pueden hacer nada frente a la presión, o el acoso laboral, por temor a perder su trabajo, por ejemplo, además de ver afectada su salud, muchas veces sacan la frustración y rabia recurriendo a ciertas “venganzas” contra la organización, “por eso se observan situaciones en las que los empleados atacan a la empresa, con bajas médicas falsas, llegando tarde, rompiendo el material de trabajo, etc. Otro impacto en la organización es la intención de abandono, que lleva a la alta rotación de empleados, lo que afecta la productividad de la organización por la pérdida de conocimiento acumulado”.
Y aunque para cualquier organización sería importante conocer su panorama respecto a la justicia organizacional, el estrés de rol y la agresión laboral, lo cierto es que la mayoría evitan abordar estas temáticas. “En las empresas no se tienen en cuenta estos procesos, hay muy poca conciencia sobre el impacto de la agresión y se evita abordar estos temas por desconocimiento, porque les da miedo evidenciar el problema, porque no les interesa invertir en formación, prevención o intervención, pero también porque a las organizaciones no les interesa alertar a los trabajadores sobre las situaciones de agresión que puedan estar afectando a alguno o algunos de ellos”, precisa Díaz Gracia.
La autora de la investigación afirma que lo ideal sería que las organizaciones buscaran crear un ambiente laboral sano, justo, de no agresión y que crearan políticas frente a una problemática que es responsabilidad de la institución. “Es evidente que los ambientes laborales los generan las personas que conforman la organización y están bien los talleres o cursos de competencias emocionales que algunas empresas realizan, pero no es suficiente y la intervención no debe quedarse en el nivel individual, del trabajador, que es sobre el que muchas veces recae la culpa; porque cuando hay agresión de un jefe a un empleado o entre trabajadores y no se hace nada, la que falla es la organización”.
Por eso el estudio plantea la necesidad de que, desde la salud ocupacional, las organizaciones implementen programas de prevención de la agresión laboral y protocolos claros de intervención en caso de que ésta se presente.
El panorama europeo
En 2011 la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, EU-OSHA, presentó el informe “Violencia y acoso laboral: una panorámica europea” en el que advierte que entre un 5% y un 20% de los trabajadores europeos sufre violencia y el acoso laboral (el porcentaje varía dependiendo del país, el sector y la metodología empleada) y señala que aunque el 40% del personal directivo encuestado se muestra preocupado ante la violencia y el acoso sicológico en el lugar de trabajo, tan sólo el 25% ha implantado medidas correctoras, y en la mayor parte de los países de la Unión Europea, este porcentaje no supera el 10%.
El informe también indica que el acoso laboral supone un importante coste para las empresas y organizaciones por el descenso de la productividad, la repercusión negativa en la imagen de la compañía, mayor rotación del personal, pérdidas económicas en litigios jurídicos, pérdida de personal cualificado y adelanto de la jubilación anticipada provocada por incapacidad.
Pese a los altos costes que la violencia y el acoso laboral generan, los expertos de la Agencia Europea señalan que este es un problema que se subestima y los gobiernos europeos evidencian una falta de sensibilización y escasa atención ante un problema grave que requiere desarrollar medidas preventivas y generar buenas prácticas.
Pero además, el “II Sondeo de opinión paneuropeo sobre la seguridad y la salud en el trabajo” presentado por la misma Agencia el pasado mes de marzo y en el que se analizaron las opiniones de más de 35 mil ciudadanos de 36 países europeos , concluye que el estrés de origen laboral es motivo de preocupación para la gran mayoría de los trabajadores europeos y ocho de cada diez trabajadores de toda Europa creen que la cifra de personas que sufrirán estrés de origen laboral en los próximos cinco años aumentará (80%), teniendo en cuenta el contexto de crisis financiera y transformación del ámbito laboral.