Crié a dos directoras ejecutivas y a una médica. Estos son mis secretos para criar hijos exitosos

Hermanas Janet Wojcicki, profesora de la UCSF, Susan Wojcicki, CEO de YouTube, y Anne Wojcicki, co-fundadora y CEO de 23andMe. Foto: Cody Pickens para TIME

Tomado de: Time Magazine

Por: Esther Wojcicki

Después de dar a luz a mi primera hija, Susan, la enfermera la envolvió en una manta rosa y le puso un sombrerito amarillo en la cabeza. Stan, mi marido, se sentó a mi lado. Ambos estábamos exhaustos pero eufóricos, y en ese momento todo estaba claro: amé a mi hija desde el momento en que la ví, y sentí un deseo primordial de protegerla, de darle la mejor vida posible, de hacer lo que fuera necesario para ayudarla a triunfar.

Pero pronto las preguntas y dudas comenzaron a surgir. Todos queremos niños y niñas que sean felices, empoderados y apasionados. Eso fue lo que sentí en el momento en que nació Susan, y más tarde cuando dimos la bienvenida a nuestras otras dos hijas, Janet y Anne. Es este mismo deseo el que une a personas de todos los países y culturas. Lo que todos quieren saber es cómo ayudar a nuestros hijos e hijas a vivir una buena vida, a ser felices y exitosos, y a utilizar sus talentos para hacer del mundo un lugar mejor.

Nadie parece tener una respuesta definitiva. Los expertos en crianza de los hijos e hijas se centran en aspectos importantes de la crianza de los niños/as como dormir, comer, establecer lazos afectivos o disciplinar, pero los consejos que ofrecen son en su mayoría limitados y prescriptivos. Lo que realmente necesitamos no es sólo información limitada sobre el cuidado y la alimentación de los niños/as, por muy importante que sea. Lo que más necesitamos saber es cómo darles a nuestros hijos e hijas los valores y habilidades para tener éxito como adultos.

También tenemos que enfrentarnos a los enormes cambios culturales que han tenido lugar en los últimos años, especialmente los cambios tecnológicos y la forma en que esos cambios afectan a nuestra crianza de los hijos e hijas. ¿Cómo tendrán éxito nuestros hijos e hijas en la era de los robots y la inteligencia artificial? ¿Cómo prosperarán en la revolución tecnológica? Estas ansiedades son familiares para los padres/madres de todo el mundo.

Como madre joven, tomé la poca orientación y consejo que pude encontrar, pero en su mayor parte decidí confiar en mí misma. Puede haber sido mi formación como periodista de investigación o mi desconfianza en la autoridad, que venía de mi infancia, pero estaba decidida a descubrir la verdad por mi cuenta. Tenía mis propias ideas sobre lo que las niñas necesitaban, y me aferré a ellas, sin importar lo que pensaran los demás. El resultado fue -a los ojos de mucha gente- idiosincrásico en el mejor de los casos, o simplemente extraño. Hablé con mis hijas como si fueran adultas desde el primer día. La mayoría de las madres recurren naturalmente al lenguaje de los bebés – una voz más aguda, palabras más simples. Yo no. Yo confiaba en ellas y ellas confiaban en mí.

Nunca las puse en peligro, pero tampoco me interpuse en el camino para que experimentaran la vida o tomaran riesgos calculados. Cuando vivíamos en Ginebra, envié a Susan y Janet a la tienda de al lado a comprar pan, por su cuenta, cuando tenían cinco y cuatro años. Respeté su individualidad desde el principio. Mi teoría era que los años más importantes eran de cero a cinco y que iba a enseñarles todo lo que pudiera desde el principio. Lo que quería más que nada era convertirlas primero en niñas independientes y luego en adultas empoderadas e independientes. Pensé que si podían pensar por sí mismas y tomar decisiones acertadas, podrían enfrentar cualquier desafío que se les presentara. En ese momento no tenía idea de que la investigación validaría las decisiones que había tomado. Estaba siguiendo mis instintos y mis valores, y lo que ví funcionó en el aula como profesora.

Es bastante extraño ser una madre «famosa» y que tu familia aparezca en la portada de las revistas. Ciertamente no me atribuyo todo el mérito de sus éxitos como adultas, pero las tres han resultado ser gente competente, afectuosa y capaz. Susan es la directora ejecutiva de YouTube, Janet es profesora de pediatría en la Universidad de California-San Francisco, y Anne es la cofundadora y directora ejecutiva de 23andMe. Llegaron a la cima de las profesiones ultracompetitivas, dominadas por los hombres, y lo hicieron siguiendo sus pasiones y pensando por sí mismas. Ver a mis hijas navegar por el mundo con valentía e integridad ha sido una de las mayores recompensas de mi vida. Estoy especialmente impresionada por la forma en que compiten y cooperan, centrándose no en ser la única mujer en la sala, sino en encontrar soluciones a los problemas a los que nos enfrentamos.

Los padres/madres constantemente me piden consejo – vale, a veces ruegan por las estrategias que usé con mis hijas para aplicarlas a su propia crianza. Los maestros y maestras hacen lo mismo, preguntándose cómo escapé de ser una educadora disciplinaria y en su lugar encontré una manera de guiar a los estudiantes que están genuinamente apasionados por el trabajo que están haciendo. Sin intención de hacerlo, me di cuenta de que había comenzado un debate sobre cómo deberíamos criar a nuestros hijos/as y cómo hacer que la educación fuera relevante y útil. Lo que estoy ofreciendo, y lo que ha tocado la fibra sensible de tantas personas en todo el mundo, es un antídoto para nuestros problemas de crianza y enseñanza, una manera de luchar contra la ansiedad, los problemas de disciplina, las luchas de poder, la presión de grupo y el miedo a la tecnología que nublan nuestro juicio y dañan a nuestros hijos/as.

A través de mis décadas de experiencia como madre, abuela y educadora, he identificado cinco valores fundamentales que nos ayudan a todos a ser personas capaces y exitosas. Para que sea fácil de recordar en todos los ámbitos de la vida, llamo a estos valores «TRICK»:

CONFIANZA, RESPETO, INDEPENDENCIA, COLABORACIÓN Y AMABILIDAD

CONFIANZA
Estamos en una crisis de confianza en todo el mundo. Los padres/madres tienen miedo, y eso hace que nuestros hijos e hijas tengan miedo – de ser quienes son, de asumir riesgos, de oponerse a la injusticia. La confianza tiene que empezar con nosotros. Cuando tenemos confianza en las decisiones que tomamos como padres/madres, podemos confiar en que nuestros hijos e hijas tomarán medidas importantes y necesarias hacia el empoderamiento y la independencia.

RESPETO
El respeto más fundamental que podemos mostrar a nuestros hijos e hijas es hacia su autonomía e individualidad. Cada niño/niña tiene un don, y es un don para el mundo, y es nuestra responsabilidad como padres/madres nutrir ese don, sea cual sea. Esto es exactamente lo opuesto a decirles a los niños/as quiénes deben ser, qué profesión deben seguir, cómo debe ser su vida: es apoyarlos a medida que identifican y persiguen sus propias metas.

INDEPENDENCIA
La independencia se basa en una base sólida de confianza y respeto. Los niños y niñas que aprenden autocontrol y responsabilidad a una edad temprana están mucho mejor equipados para enfrentar los desafíos de la edad adulta, y también tienen las habilidades para innovar y pensar de manera creativa. Los niños y niñas verdaderamente independientes son capaces de enfrentar la adversidad, los reveses y el aburrimiento, todos aspectos inevitables de la vida. Se sienten en control incluso cuando las cosas a su alrededor son caóticas..

COLABORACIÓN
Colaboración significa trabajar juntos como familia, en el aula o en el lugar de trabajo. Para los padres/madres, significa animar a los niños a contribuir a las discusiones, a las decisiones e incluso a la disciplina. En el siglo XX, cuando seguir las reglas era una de las habilidades más importantes, los padres/madres tenían el control total. En el siglo XXI, los dictados ya no funcionan. No deberíamos decirles a nuestros hijos/as qué hacer, sino pedirles sus ideas y trabajar juntos para encontrar soluciones.

BONDAD
Es extraño pero cierto que tendemos a tratar a aquellos que están más cerca de nosotros sin la amabilidad y consideración que extendemos a los extraños. Los padres/madres aman a sus hijos, pero están tan familiarizados con ellos que a menudo dan por sentada la bondad básica. Y no siempre modelan la bondad como un comportamiento para el mundo en su conjunto. La verdadera bondad implica gratitud y perdón, servicio hacia los demás y una conciencia del mundo fuera de ti mismo. Es importante mostrarles a nuestros hijos e hijas que lo más emocionante y gratificante que usted puede hacer es mejorar la vida de otra persona.

El objetivo final de TRICK es crear personas responsables en un mundo auto-responsable. Esto es lo que estamos haciendo como padres/madres, maestros/as y empleadores, no sólo criando niños y niñas o administrando aulas y salas de juntas, sino construyendo los cimientos del futuro de la humanidad. Estamos evolucionando la conciencia humana, y lo estamos haciendo más rápido que nunca. Usted es el padre/madre que su hijo o hija necesita, y con su confianza y respeto, su hijo/a se convertirá exactamente en la persona que está destinada a ser.

Extraído de «Cómo criar gente exitosa: Lecciones simples para resultados radicales» de Esther Wojcicki, publicado por Houghton Mifflin Harcourt el 6 de mayo de 2019. Derechos de autor © 2019.

Traducido español por Soraya Carvajal B.

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Luces y sombras de la emigración II

Quien está engreído en el dogma de que no hay sino solo una grandeza, que es la suya;

de que no hay sino una cultura, que es la suya;

de que no hay sino una civilización, que es la suya;

no pasa de ser el más limitado de los hombres,

impotente para ver lo que apunta más allá de sus fronteras”.

 Germán Arciniegas

Por: Soraya Carvajal B.

Débora Quiroga. Socióloga. Dos años viviendo en México.
Débora Quiroga. Socióloga. Dos años viviendo en México.

¿Qué piensas del planteamiento de que los jóvenes españoles que están emigrando, o saliendo del país, se van por deseos de aventura o ante la posibilidad de movilidad exterior?

Débora Quiroga: Mi caso es algo diferente porque fue una migración en 2 pasos: estudios en México, vuelta a Madrid y regreso a México por trabajo. Creo que se juntan ambas cosas, pero no en el sentido en el que piensas los políticos del PP. Lo que te mueve a cambiar de país es la falta de expectativas en España, pero eso va acompañado por cierta emoción, por comenzar en un país nuevo y ver qué puedes lograr. Es como pasar de un mundo con horizontes limitados a la amplitud de posibilidades.

¿Cómo ha sido tu experiencia al vivir y trabajar en el exterior? ¿Cómo la evalúas tanto en lo personal como en lo laboral?

D. Q. La experiencia ha sido positiva. En mi caso particular siento que he tenido mucha suerte porque ya me fui con trabajo por lo que no he sufrido miedo o incertidumbre respecto a lo que pasará conmigo. Creo que ha sido un reto de madurez, personal y profesional, porque te obliga a tomar decisiones importantes y adaptarte a circunstancias diferentes a las tuyas. Lo negativo que percibo es la sensación de vulnerabilidad; creas amistades pero no funcionan como las redes de apoyo que tienes en España. Además, hay que tener en cuenta que estoy en un país sin una buena sanidad o coberturas de ayuda en el caso de desempleo, etc, por lo que cualquier contratiempo se vuelve mucho más problemático

¿Está entre tus planes la perspectiva de regresar a España en un futuro cercano? ¿Ves posibilidades a corto o mediano plazo?

D. Q. Por el momento no veo a España como una posibilidad a la que regresar porque me parecería una involución; renunciar a la independencia, trabajo, dinero, cosas que ya tengo asentadas, por algo incierto. De hecho, si las cosas no me fueran bien en México creo que antes optaría por intentarlo en un tercer país.

A corto plazo regresaría por motivos familiares o si las circunstancias me obligaran a ello. De todas formas valoro la calidad de vida de España y allí tengo familia y amigos así que no sé si en el futuro sí me plantearía el regresar.

¿Cómo ves a tu país desde el exterior? ¿Qué imagen tienes ahora de España?

D. Q. Ahora sólo llega lo negativo: las noticias, los mensajes de los amigos diciendo que lo están pasando mal etc. La verdad es que cuando volví en Navidad no lo vi todo tan negro, pero desde luego no creo en absoluto que España esté en un proceso de recuperación.

¿Qué piensas del planteamiento de que la gente que emigra de España lo hace dando prioridad a solucionar un problema individual, en lugar de permanecer en el país y tratar de mejorar la situación?

D. Q. Quedarte en España es el permanecer estancado o sobrevivir. A mí el estar en España me suponía una falta total de expectativas personales y laborales. Aquí, en México, por lo menos siento que estoy creciendo profesionalmente, aprendiendo, creando curriculum, ampliando horizontes.

Los problemas de España son estructurales, por lo que creo que yo, como individuo, poco puedo hacer. Estoy a favor de la lucha civil y las manifestaciones, pero hasta que los que mandan en el país no se lo empiecen a tomar en serio y reflexionen sobre las consecuencias de las políticas y decisiones que están tomando poco se puede hacer, y mucho menos desde mi posición de mujer soltera treintañera sin trabajo y viviendo en casa de sus padres.

¿Qué has aprendido, qué te ha dejado a nivel personal tu experiencia viviendo en el exterior?

D. Q. Madurez e independencia, orgullo de poder hacer las cosas por mí misma, capacidad de adaptación.

¿De lo que has vivido y aprendido en el país donde ahora resides, qué crees que debería implementarse en España para que esta sociedad fuese a mejor?

D. Q. México no es un ejemplo a seguir, tiene muchos y muy graves problemas, pero sí hay que reconocer que valora más los estudios y capacidades que España. Allí veían mi curriculum con estudios de posgrado e idiomas y pensaban “esta chica será una gran teleoperadora”. En este aspecto es importante mencionar que no me refiero sólo al momento actual sino a los años previos a la crisis, cuando los licenciados sí tenían trabajo, pero en la mayoría los trabajos eran infra-cualificados. El problema no era tanto que no apreciaran el talento o la capacidad sino que se aprovechaban de él, contrataban a personas para puestos inferiores pero con la seguridad que por su formación iban a hacerlo mejor que los que deberían optar a ese perfil. Eso sí, cobrando lo mismo.