
Por: Soraya Carvajal B.
En la jornada Activismo RSC, convocada por el ICEI, se hizo hincapié en que la RSC/RSE requiere un cambio de paradigma, contar con unos consumidores y una sociedad ilustrada, pasar del exceso de voluntariedad, que prima actualmente, a la gestión de impactos, al igual que dotarse de una estructura propia de gobernanza, para ganar legitimidad.
En el evento Francisco Cervera, economista y voluntario de Economistas sin Fronteras, aseguró que la RSC/RSE ha sido capturada por la ideología neoliberal y que, en términos generales, sólo se ha vestido la acción empresarial con el traje de la RSC. “Hemos llegado a la RSC del envase, es muy importante cómo presentar el discurso, las ideas, pero sin profundizar demasiado”.
Este profesional dijo además que, para que la situación actual cambie, es necesario democratizar el gobierno corporativo de las empresas; que la sociedad civil se implique en la RSE y que haya cambios de actitud enfocados a resistir, generar una RSC crítica, que cuestione todo y que aporte para construir una sociedad mejor.
Susana Ruiz, Responsable de Justicia Fiscal de Intermón Oxfam, señaló que si bien, las empresas son un factor de desarrollo, este desarrollo no puede ser a cualquier costa, pues debe haber una visión clara de los impactos sociales, en derechos humanos, en aspectos medioambientales y en cuanto a la contribución económica. Para la representante de Oxfam un modelo de sociedad se construye desde el modelo fiscal y “no puede haber responsabilidad social sin responsabilidad fiscal, pues ésta es un elemento fundamental del comportamiento y del compromiso de las empresas con las sociedades de todos los países donde operan”.
Ruiz aseguró además que el interés dominante en las empresas es la maximización de los rendimientos de cara a los accionistas y por ello se dan casos en los que las compañías aprovechan las fisuras de los sistemas internacionales y crean estructuras administrativas “con el único fin de reducir su contribución fiscal en los países donde operan”, de manera que no tributan ni en los países donde tienen su matriz, ni en aquellos donde operan. Ante esta situación, la representante de la ONG señaló que generalmente las empresas argumentan que estas actuaciones son legales “y la discusión entre legalidad, la responsabilidad y la moralidad nos preocupa porque es cierto que no podemos asegurar que todas esas prácticas son ilegales, pero sí hay una zona gris donde difícilmente podemos hablar de responsabilidad de las empresas”.
Para esta representante del sector social generar un cambio cultural en las empresas implica que éstas entiendan que la responsabilidad fiscal forma parte de su integralidad, de su compromiso con la sociedad. “Las empresas tienen que dar información clara y transparente sobre su política fiscal y crear estructuras corporativas más cercanas a la economía real”.
Según Ruiz, entre las dificultades que enfrenta Intermón Oxfam en este propósito están: que el sector empresarial entienda que un modelo de sociedad se construye desde la justicia fiscal, que es necesario pasar de la acción social al compromiso fiscal; superar el difícil acceso a la información de las empresas, debido a sus temores respecto a la utilización que se le dará a la misma; conseguir una mayor presencia e impacto en los medios de comunicación, para denunciar y hacer visibles las prácticas de las empresas y que el sector empresarial reconozca la legitimidad de las organizaciones sociales para estar participando en este diálogo.
Para Yolanda Román, Gerente de Asuntos Públicos de Inforpress, la RSC es una herramienta más de la gestión de los asuntos públicos de las empresas, de la forma como la compañía ejerce su responsabilidad política en el sentido amplio.
Según Román, el trabajo en RSC implica la decisión estratégica de trabajar desde la filosofía del diálogo, en un espacio social que cada vez es más complejo, buscando dónde se juega el interés general, para así conseguir un interés común.
“Es necesario asumir que el diálogo y el trabajo conjunto con distintas organizaciones es inevitable, es necesario contar con perfiles adecuados para negociar, con actores que puedan ejercer la labor de tender puentes, que cuenten con capacidad de interpretación de los diferentes lenguajes y narrativas”, aseguró Román, para quien, en el futuro, las iniciativas que tendrán verdadero impacto serán las que se desarrollen desde alianza audaces, “desde nuevas alianzas, que consigan construir, nunca desde la confrontación”.
¿Cómplices o agentes de cambio?
Por su parte Juan Villamayor, Director de Business with Common Sense, y uno de los impulsores del primer código deontológico de estos profesionales, afirmó que entre las responsabilidades del consultor en RSC/RSE están el trabajar para que las empresas sean permeables a la crítica y que incorporen esa crítica para cambiar su accionar, al igual que contribuir a un cambio de modelo, construyendo un nuevo paradigma que apueste por una forma sostenible y responsable de hacer negocios.
En opinión de Villamayor el consultor es un agente de cambio que, dada la actual crisis de confianza hacia las empresas, los bancos, los sindicatos, los políticos, las altas instituciones del estado, etc., ha visto limitada su capacidad de incidencia.
Este directivo considera que, para poder incidir en las empresas y en su manera de hacer negocios, el consultor debe ofrecer una visión crítica a las compañías, retándolas a pensar de otra manera y enseñándoles a ser empáticas; al igual que conocer sus grupos de interés y tener una conducta ética.
Para Villamayor el papel del consultor es empoderar a la empresa, “no hacer memorias para empresas que no tienen RSC, pues los consultores deben tener un compromiso ético, a fin de contribuir al bien común”.
Este consultor afirmó también, que las empresas tienen impactos y deben ser responsables no sólo de aquellos negativos, sino aumentando los impactos positivos. “El tema de la responsabilidad es muy importante y el consultor debe ser responsable, crítico y actuar como puente entre empresa y sociedad, teniendo en cuenta que el bien común es nuestro fin y que nuestras acciones condicionan cómo se ve la RSC fuera”.
Y es que las posiciones críticas hacia la RSC, por parte de los ciudadanos, también se manifestaron en el evento y en este sentido, Vicente Santiago, profesor universitario, afirmó que “la RSC vende humo, no se ve cómo se manifiesta, especialmente cuando entidades bancarias que son las causantes de la crisis hablan de RSC sin asumir sus culpas, su responsabilidad y sin siquiera hacer autocrítica (…) Se tiene que legislar, aunque España es un país donde se legisla pero luego no se cumple y creo que lo importante, además de legislar, es que se cumpla, se controle y se penalice. Además se requiere un sistema educativo que esté centrado en formar ciudadanos no consumidores”.