Arte a pie de calle

Por: Soraya Carvajal B.

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La apuesta por el arte y una fuerte amistad han sido el germen de Arte 24horas, un novedoso proyecto que está poniendo el arte en la calle, a disposición de la gente del común, de cualquier transeúnte del centro de Madrid, interesado en adquirir una pequeña obra de arte, original y con certificado de autenticidad, por unas pocas monedas.

Mariana Leyva, artista y emprendedora, afirma que el proyecto Arte 24horas en principio surgió como una iniciativa empresarial centrada en la distribución de los productos habituales en las máquinas dispensadoras a pie de calle, sin embargo, dada su inquietud por el arte y tras un proceso de investigación sobre la experiencia en otros países, decidió darle una vuelta de tuerca más a la idea y apostar por incluir también obras de arte en las máquinas.

Así, para el lanzamiento del proyecto recurrió a su cómplice Paola Romero, artista visual, quien aceptó implicarse en el proyecto y creó la serie de acuarelas titulada “Máquinas memoriosas”, trabajo que contó con una buena recepción por parte del público y de algunos medios de comunicación, dándole notoriedad al proyecto.

“El trabajo de Paola y de los artistas que tenemos programados es impecable, de mucha calidad y yo les agradezco a todos su implicación, porque siendo gente con formación, investigación y que se ha movido en los circuitos tradicionales están haciendo un esfuerzo para adecuar el formato de su obra a las máquinas, conservando la máxima calidad en la misma, aun sabiendo que en este espacio no van a tener la retribución económica que debieran, pues el valor de las obras es simbólico, aunque sí obtienen otro tipo de recompensas”, afirmó Leyva.

La directora del proyecto señala que éste ha comenzado con mucho entusiasmo y que el propósito es seguir abriendo horizontes. “La idea es fomentar el coleccionismo, sacar el arte de los circuitos tradicionales y acercarlo a la gente del común, incluso al mezclarlo con víveres y otros productos estamos trayendo el arte a la realidad cotidiana de la gente, porque el arte no debe ser de espacios exclusivos y excluyentes”.

Y pese a las dificultades que implican el emprendimiento o la obtención de crédito en España, Leyva asegura estar sorprendida y satisfecha por el impulso y la positiva respuesta que el proyecto ha tenido.

Máquina dispensadora de recuerdos

“Me involucré en el proyecto, por la amistad con Mariana, porque me gusta experimentar con mi obra y tenía la inquietud de venderla en formato pequeño y porque me gusta la idea de una máquina dispensadora de recuerdos, pues el tema de los recuerdos siempre ha sido recurrente en mi obra. Me interesa el tema de la memoria, de la ‘pelea’ que hay entre la memoria y el olvido, para mí es un tema fundamental, de identidad y ya en Colombia había trabajado sobre el tema de los desaparecidos, la pérdida del nombre, el convertirse en una cifra, la pérdida de su rostro y cómo poco a poco se convertían en uno más”, afirma Paola Romero.

Al radicarse en España el tema de la memoria se volvió más personal para esta artista que fue consciente de que lo que traía consigo, más que su ropa o sus libros, eran sus vivencias, su acento y los recuerdos creados en su país de origen.

Así, su trabajo giró hacia esos recuerdos personales y para ello se remitió a los negativos fotográficos de los álbumes familiares donde su madre atesoraba distintos instantes y, al enfrentarse al problema de la imagen versus los recuerdos, comenzó a pensar en si sus recuerdos se fundamentaban en esas imágenes o eran auténticos. “Comencé a pintar esos negativos fotográficos en óleo sobre lienzo, después les tomé una fotografía y con el Photoshop los invertí para positivarlos, así la obra quedó como una copia de la fotografía, después borré los negativos originales, de manera que la pintura original fuese mi negativo, pues la pintura para mí es un terreno de resistencia frente al olvido, es la forma que tengo de intentar materializar esos recuerdos”, afirma Romero.

De esta manera llegó a las “Máquinas memoriosas”, esa serie de pequeñas acuarelas que intentan guardar sus recuerdos y que hablan de la casa de su infancia, del olor de su abuela, de los canarios que ella tenía, de los zapatos de tacón de su madre, o de la vendedora de tamales que pasaba por su casa, “cosas que en la fotografía no existen pero que quise ponerlas en el papel”.

Agradecida por la positiva respuesta frente a un trabajo, que le ha permitido compartir sus vivencias y ampliar sus recuerdos, Romero señala que esta exposición le ha dejado un contacto más cercano con la gente, a diferencia de lo que sucede en las inauguraciones al uso, donde existe cierta distancia entre el arte y el público.

“Creo que es importante acercar el arte al público, porque existe una especie de barrera entre la gente que hace arte, el arte mismo, la pieza, y el público, que es el que potencia la obra, pues debemos recordar que esto es un todo que empieza el artista y lo termina quien ve, quien experimenta la obra, quien le da el o los sentidos”.

Crítica frente al carácter mercantil del arte, Romero considera que el valor fundamental de este proyecto es acercar el arte a la gente, independientemente de su capacidad adquisitiva. “A veces el ámbito galerístico o del museo, está muy cerrado al comprador y eso no tiene mucho sentido porque la finalidad de la obra no sólo es que sea comprada sino también vista, por eso, en este caso me parece valioso que cualquiera que pueda adquirirla, por una cifra simbólica, tenga acceso a una pieza única; no se trata de consumir, sino de llevarte un recuerdo a casa, es algo que te nutre de otra manera. Me parece importantísimo que el arte no sólo sea de un círculo o de un pequeño mundillo y además este proyecto, como otros que se están desarrollando en el barrio de Lavapiés, por ejemplo, abren puertas a artistas emergentes, que no tienen una gran trayectoria pero que están haciendo cosas interesantísimas”.

Aunque manifiesta su complacencia con la presencia de Colombia como país invitado a la feria de arte Arco 2015 y consciente de que los artistas tienen todo el derecho a vivir de su trabajo, Romero señala que junto con un grupo de artistas de este país, afincados en España, pretenden desarrollar un proyecto paralelo y subversivo desde el punto de vista artístico, “que cuestione el mercantilismo que actualmente prima en el arte y en este tipo de citas”.

Y así, mientras logra cumplir el anhelo de exponer en su país de origen, Romero sigue trabajando en “Sancocho”, su próximo proyecto centrado en dibujos de frutas y verduras tropicales que pretende intercambiar por comida, algún bien que necesite o conocimiento, “porque quiero reivindicar que el artista desarrolla un trabajo como cualquier persona y bajar la idea de la pieza como algo elevado. Pensar que la obra de arte podría intercambiarse por un bien intangible también me gusta mucho”.

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Jóvenes, culturas urbanas y redes digitales

Por:  Soraya Carvajal B.

Adentrarse en el mundo de los jóvenes “trendsetters” , es decir, aquellos que proponen e instauran tendencias innovadoras en el desarrollo social y cultural, haciendo uso de diferentes conocimientos, capacidades y tecnologías y generando a la vez nuevas necesidades de aprendizaje, conexiones sociales, productos culturales, estilos de vida y de trabajo, es el objetivo de la investigación  “Jóvenes, culturas urbanas y redes digitales. Prácticas emergentes en las artes, las editoriales y la música” realizada por una veintena de investigadores asentados los dos lados del Atlántico y coordinada por los antropólogos sociales Néstor García Canclini, Francisco Cruces y Maritza Urteaga Castro Pozo.

Este estudio comparativo, presenta una radiografía de esos jóvenes que están innovando en los campos editorial, musical, literario, artístico, entre otros en Madrid y Ciudad de México. Jóvenes que están desarrollando estrategias creativas y redes culturales dentro de las lógicas de interactividad entre el arte, la educación y el aprendizaje continuo, así como dentro de las dinámicas sociales de producción y difusión cultural, que se encuentran en proceso de transformación y reconstrucción.

La investigación, cuyo libro -editado por Ariel y Fundación Telefónica- fue presentado en Madrid, es un punto de encuentro de “insatisfacciones” entre dos trabajos que venían desarrollándose previamente, pues mientras el equipo de investigadores de Madrid trabajaba sobre prácticas emergentes en esta ciudad, el equipo de Ciudad de México estaba abordando la noción de trendsetters, al igual que la creatividad en nuevas formas de inserción social en redes. A partir de ahí los investigadores fueron encontrando semejanzas y diferencias, mientras perfilaban y reconfiguraban el objeto de estudio.

Presentación del libro «Jovenes, culturas urbanas y redes digitales». De izda. a dcha: José de la Peña; director de Educación y Conocimiento en Red de Fundación Telefónica; Néstor García Canclini, investigador, antropólogo social y coordinador del libro; Carles Freixa, catedrático de la Universidad de Lérida y Francisco Cruces, antropólogo, investigador y coordinador la investigación.
Néstor García Canclini señaló que el estudio  arrojó varios descubrimientos, entre ellos, que los jóvenes conciben y dan más importancia al proyecto que a una carrera como tal, pues han interiorizado que hay que ir trabajando por proyectos,  probablemente porque hoy viven en condiciones de precariedad laboral, hasta el punto de que “la precariedad es un componente constitutivo de la experiencia juvenil”.

A su vez, Francisco Cruces Villalobos señaló que este estudio, en el que los investigadores convivieron durante dos años con los jóvenes, analizó las prácticas culturales y actividades de poetas, community managers, blogueros, editores, coolhunters, peluqueros, Vjs, entre muchos otros  creadores y se comprobó  que los jóvenes cuentan con referentes diversos y trasnacionales (como Lady Gaga o Mark Zuckerberg);  que no trabajan en un solo campo, sino que trasiegan y experimentan en diferentes disciplinas, crean nuevas profesiones, están interconectados y siempre mediados por lo digital.

“Nos interesaba documentar in situ la creación cultural con los mismos jóvenes, no sólo documentar la obra, sino el proceso de creación, su lógica cotidiana, entender sus prácticas en la creación, conocer sus espacios de encuentro e intercambio  y el proceso de producción colectiva del conocimiento“, afirmó Cruces. Para ello se emplearon distintas metodologías de abordaje, desde el cuestionario interactivo, hasta la investigación acción participante.

La investigación plantea además que aunque hace 15 o 20 años se hablaba de tribus, ligadas al concepto de territorialidad, pues los jóvenes se reunían en un espacio específico de la ciudad, ahora se habla más de “tendencias” (internacionales, transfronterizas) que atraviesan distintas disciplinas y donde los jóvenes cuentan con otros modos de apropiación más flexibles, inestables, donde lo digital lo atraviesa todo, al igual que el deseo de experimentar muchas actividades.

Carles Feixa, catedrático de la Universidad de Lérida y uno de los primeros lectores de la obra, asegura que el libro plantea que la cultura juvenil puede ser una forma de trabajo, una forma de ganarse la vida, por necesidad o por virtud, porque los jóvenes están excluidos del mercado laboral y viven en situación de desempleo y precariedad laboral. Y, afirma Feixa, en medio de este panorama la investigación evidencia que los jóvenes estudian, trabajan, emprenden, crean empresa, hacen otras cosas y también inventan su propia biografía.

García Canclini aclaró que el estudio abordó los procesos creativos de cierto tipo de jóvenes, en su mayoría de clases medias o medias-altas, que trabajan por proyectos y cuentan con el respaldo familiar, profesional o institucional que les posibilita desarrollar sus iniciativas o acceder a ciertos circuitos artísticos. Sin embargo, el investigador señaló que la falta de oportunidades y el malestar generado por la misma, interconecta a muchos sectores, más allá de las diferencias socioeconómicas, ello explicaría el amplio respaldo que han tenido movimientos como “Yo soy 132” en México  o el 15M (indignados) en España.

Sin embargo, el investigador manifestó que esa creatividad desarrollada en pequeños grupos no cambia el sistema porque para incidir en el mismo se necesitan formas de organización más fuertes, más amplias, que crezcan y establezcan más alianzas.

“En la relación de los jóvenes con lo establecido no hay una sola tendencia, hay quienes descreen de la sociedad y quienes creen que se puede trabajar, pero en todos prima la tendencia a trabajar en sus proyectos. También hay la idea de que los bienes culturales deben estar disponibles para todos y que  lo digital es importante porque por ahí circula todo, hay nuevos y múltiples escenarios”, indica García Canclini.

En este sentido, Cruces Villalobos anotó además que el estudio pone de manifiesto que la creatividad no pertenece a nadie, sino que es una condición que se genera colectivamente, en la interacción, destacando además que muchos de los nuevos capitales simbólicos y creativos de los jóvenes estudiados vienen de los viejos capitales culturales que se han reconvertido,  procedentes de sus padres o de su entorno, pues por ejemplo, algunos de los creadores son hijos de libreros, anticuarios, etc…

Para Francisco Cruces es evidente además que a los jóvenes creadores les importa mucho la calidad de su trabajo, que tenga sentido y que sea honesto, pero también anota que es claro que el mercado se alimenta de los jóvenes y aunque algunos tienen reconocimiento, muchos otros son parasitados por ese sistema que los transforma en un producto o en un consumo.

Finalmente Cruces y García Canclini coincidieron en señalar que una de las principales aportaciones del estudio, y del libro, es asumir que  la inteligencia y la creación se hacen en equipo, ello explica el valor y la ambigüedad de un texto que en muchos aspectos plantea más preguntas que respuestas y deja abierto el tema de investigación.

Descargue aquí el documento.

Vea aquí el video de la charla de presentación del libro «Jóvenes, culturas urbanas y redes digitales».