Por: Soraya Carvajal B.
“Limpia, fija y da esplendor” esta es la frase que junto con el crisol conforman el emblema de la Real Academia Española – RAE- desde su creación en 1713, y que ha definido el quehacer de esta institución durante sus casi tres siglos de existencia, cumpliendo su labor como garante de la unidad de la lengua española, sin dejar de lado los cambios y la diversidad propias de una lengua tan extendida.
Entrar a la sede la de RAE, institución fundada por el Marqués de Villena, es ingresar en un bello espacio arquitectónico (de 1894) donde se vive y respira esta lengua compartida por casi 500 millones de habitantes, distribuidos entre los 27 países donde el español es el idioma oficial, al igual que en Estados Unidos, donde cerca de 55 millones de personas lo hablan, constituyendo la segunda comunidad de hispohablantes más grande del mundo, después de México.

Un paseo por la RAE es un privilegio para el amante de la historia, que sin duda pasará un buen rato imaginando a los ilustres autores y académicos que recorrieron sus pasillos en épocas anteriores y que podrá descubrir recuerdos y condecoraciones de los académicos, valiosos grabados de Goya, libros y documentos que son verdaderas joyas.
En este centro se pueden constatar testimonios del compromiso y la incuestionable generosidad que tuvieron hacia esta institución académicos como el poeta Dámaso Alonso y el bibliógrafo Antonio Rodríguez-Moñino, quienes donaron sus extensas bibliotecas personales a la academia, las cuales hoy están al servicio de toda la ciudadanía.
La RAE cuenta con 46 académicos de número y para ingresar en ella no es indispensable proceder del mundo literario, pues de hecho el último de los académicos elegidos ha sido el actor y director de teatro José Luis Gómez, quien ocupará la silla Z; pero sí es requisito ser postulado por tres de los académicos y obtener la mayoría absoluta durante la votación.
Ingresar en la academia es un honor vitalicio, pues los académicos lo serán por el resto de sus vidas y actualmente están vacantes las sillas correspondientes a las letras n, f y b, por fallecimiento de los respectivos académicos.
Los académicos no reciben ningún tipo de remuneración, aunque sí un estipendio por gastos de viajes y se reúnen en plenario todos los jueves (durante el curso académico) para presentar enmiendas, adiciones al Diccionario y examinar las propuestas formuladas por las diferentes comisiones, que ya han realizado un trabajo previo apoyado por el Instituto de Lexicografía.
Es importante señalar también que la RAE posee fondos documentales y bibliográficos de gran relevancia, incluyendo el dedicado a la lingüística y literatura española e hispanoamericana, y su biblioteca dispone de 250 mil volúmenes entre libros y revistas, destacando la colección de manuscritos, incunables, como el Libro de Buen Amor, del Arcipreste de Hita. Hoy, se puede acceder a los fondos en la biblioteca pública de la Academia y a través de la red, gracias a la digitalización de los mismos.
Unidad en medio de la diversidad
El principal objetivo de la Asociación de Academias de la Lengua Española –ASALE- conformada por la RAE y las otras 21 academias de Lengua Española que existen en América (incluyendo la de Estados Unidos) y Filipinas, es trabajar a favor de la unidad, integridad y crecimiento de la lengua española, entendiendo que es “el más rico patrimonio común de la comunidad hispanohablante”.
En la ASALE las decisiones se toman desde la igualdad, el consenso y el compromiso académico, teniendo claro que nuestro idioma está vivo, crece y se enriquece en el uso cotidiano en los diferentes países. Y por tener presente el eje policéntrico del español la ASALE considera legítimos los usos de las distintas regiones lingüísticas, siempre y cuando esto no atente contra la unidad, ni signifique una ruptura del sistema en su conjunto.
Los retos
Actualmente el español es el tercer idioma más hablado en el mundo y día a día gana adeptos porque se percibe como una lengua cosmopolita, que une dos continentes, al igual que por la halagüeñas perspectivas económicas de Latinoamérica y de la comunidad hispana de Estados Unidos, cuyo poder de compra se prevé que alcanzará los 1.300 millones de dólares en el año 2015, es decir, el 12% del total.
A esto hay que agregar que actualmente la comunidad hispana representa el 16% de la población en Estados Unidos y para el 2050 se espera que lleguen a 100 millones de personas, un 25% de la población total. Además, según la Asociación Nacional de Funcionarios Latinos Electos y Designados –NALEO– los más de 12 millones de votantes hispanos, que podrán acudir a las urnas, serán decisivos en las elecciones generales norteamericanas de 2012.
Pero, aunque en el uso cotidiano nuestro idioma sigue ganando terreno, en distintos ámbitos internacionales aún le falta solvencia y muestra de ello es que actualmente en la Unión Europea cursa el proyecto para constituir un sistema común de patentes en el que sólo serán válidos los idiomas inglés, francés y alemán.
El gobierno español ha protestado e interpuesto recursos en contra de la medida, al considerar que el proyecto de la nueva patente perjudicará la competitividad de las empresas españolas, especialmente en el sector tecnológico, pues provocará un notable encarecimiento de las mismas para las pequeñas y medianas empresas españolas y afectará la movilidad internacional de los investigadores. Pero el proyecto sigue adelante, porque según datos de Bruselas, el 35% de todas las patentes europeas proviene de Alemania y el 15% de Francia, y porque las autoridades europeas consideran que el nuevo sistema de patentes reducirá los costes de las mismas en un 90%, haciendo más eficiente el proceso y que Europa dé un salto en los campos de la innovación y el desarrollo tecnológico.
Le quedan pues al español retos como seguir unificando e integrando el idioma, consolidarse como una gran lengua internacional, especialmente en los ámbitos diplomático, científico y tecnológico y construir una industria lingüística de peso.
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